Muchas personas conviven con ansiedad sin darse cuenta. No siempre se presenta con ataques o crisis evidentes, sino que se esconde en el cansancio, la falta de concentración y la irritabilidad.
En mi experiencia como psicóloga, cada vez veo más pacientes que llegan a consulta sin saber que tienen ansiedad. No han experimentado ataques ni crisis emocionales intensas, pero llevan tiempo sintiendo una presión constante, un cansancio inexplicable y una sensación de inquietud que no logran definir. Muchos creen que simplemente están agotados, que tienen mucho estrés o que es ‘normal’ sentirse así.
Sin embargo, vivir con tensión permanente no es normal. Sentir que la mente nunca se apaga, que el cuerpo está en alerta incluso cuando no hay peligro real o que el descanso nunca es suficiente son señales de que algo no va bien. A esto lo llamamos ansiedad invisible y suele afectar a las personales.
Si alguna vez te has dicho frases como: “Estoy agotado, pero no sé por qué”, “No tengo motivos para estar mal, pero no me siento bien” o »No logro relajarme, siempre tengo algo en la cabeza.”
Es posible que estés lidiando con ansiedad sin darte cuenta. En este artículo quiero ayudarte a identificar las señales y compartirte herramientas efectivas para gestionarla.
¿Cómo saber si tienes ansiedad invisible?
La ansiedad no siempre se presenta de forma evidente. Puede esconderse en síntomas que muchas veces atribuimos a otras causas, como el cansancio, el estrés laboral, los conflictos de pareja o problemas físicos. Estas son algunas de las señales más comunes que veo en mis pacientes:
- Agotamiento constante, incluso después de una buena noche de sueño.
- Sensación de tensión en el cuerpo, especialmente en la mandíbula, cuello y espalda.
- Dificultad para concentrarse, olvidar cosas con facilidad o sentirse desconectado.
- Irritabilidad y cambios de humor sin motivo aparente.
- Molestias digestivas frecuentes, como hinchazón, acidez o colon irritable.
- Despertares nocturnos entre las 3 y las 5 de la mañana con pensamientos acelerados.
- Sensación de insatisfacción constante, incluso cuando todo está bien.
- Necesidad de estar siempre ocupado, porque el silencio genera incomodidad.
Es importante que entendamos que la ansiedad invisible no siempre incapacita, pero desgasta a largo plazo. Afecta el estado de ánimo, la motivación y la energía diaria. Aprender a reconocerla es el primer paso para manejarla.
Tres estrategias efectivas para manejar la ansiedad invisible
Cuando explico a mis pacientes cómo gestionar la ansiedad, siempre recalco que el objetivo no es eliminarla, sino entender la función que ésta tiene para poder regular sus efectos en el día a día. La ansiedad forma parte de nuestra biología; es la respuesta natural del cuerpo al estrés. El problema surge cuando se vuelve crónica y se mantiene incluso en ausencia de amenazas reales.
Para entender esto me gusta usar el ejemplo del león: ¿Cómo crees que reaccionaría tu cuerpo si aparece un león frente a ti? Lo más probable es que ese modo “alerta” te ayudara a escapar del león. Cuando tienes ansiedad ocurre ocurre algo parecido: tu cuerpo quiere ayudarte, protegerte de lo que cree que es un peligro; tu cuerpo cree que está frente al león y te prepara para ello.
Una vez hemos entendido lo que está ocurriendo tenemos que buscar formas de ayudar a nuestro cuerpo a saber que no estamos ante un peligro real. A veces esta ansiedad viene acompañada de pensamientos intrusivos del tipo “no seré capaz”, “no me aceptarán”, etc., y en esos casos será de gran ayuda identificar los pensamientos para trabajarlos en sesión. Pero en otras ocasiones, en las que no identificamos pensamientos intrusivos y simplemente sientes que estás viviendo en modo “automático” es fundamental que le mandemos de forma consciente señales a nuestro cuerpo de que no estamos en peligro.
A continuación, te dejo dos ejercicios prácticos que pueden ayudarte:
1. Respiración 4-7-8: El botón de «pausa» para la ansiedad
La técnica de respiración 4-7-8 ayuda a regular el sistema nervioso y reducir la ansiedad en minutos.
- Inhala por la nariz durante 4 segundos, llenando el abdomen de aire.
- Mantén el aire en los pulmones durante 7 segundos.
- Exhala lentamente por la boca durante 8 segundos, vaciando completamente los pulmones (este paso es fundamental, ya que le estamos mandando una señal de calma al cerebro, activando el SNP, que es el encargado de la relajación). Repite el proceso 4 a 6 veces.
2. Técnica 5-4-3-2-1: Para cuando tu mente no para
Para estos casos, recomiendo la técnica 5-4-3-2-1, una herramienta de grounding que ayuda a redirigir la atención al entorno y calmar la hiperactividad mental.
La ansiedad suele tenernos atrapados y agobiados en temas relacionados con el futuro. Esta técnica interrumpe ese patrón y nos devuelve al presente, reduciendo la sensación de agobio. Se trata de utilizar los sentidos para conectar con el presente. Tienes que buscar:
- 5 cosas que puedes ver (un objeto en la habitación, el color de una pared).
- 4 cosas que puedes tocar (la textura de tu ropa, el suelo bajo los pies).
- 3 cosas que puedes oír (el sonido del tráfico, una conversación).
- 2 cosas que puedes oler (perfume, café, el aroma del ambiente).
- 1 cosa que puedes saborear (un caramelo, un chicle o simplemente el sabor en tu boca).
A pesar de que estas estrategias son muy efectivas y están validadas, recuerda que hay momentos en los que la mejor decisión es pedir ayuda profesional. Señales de que la ansiedad necesita atención profesional:
- Si la ansiedad interfiere con tu trabajo, estudios o relaciones.
- Si llevas meses con síntomas y no logras sentirte mejor.
- Si tienes bloqueos emocionales o momentos de desconexión con la vida.
- Si aparecen síntomas físicos frecuentes (dolores de cabeza, tensión muscular, fatiga extrema).
La terapia no es solo para crisis. Es una inversión en tu bienestar y en tu calidad de vida
Por último, quiero recalcar que aunque estamos acostumbrados a relacionar la ansiedad con esas crisis tan evidentes, la ansiedad invisible es real y afecta a muchas más personas de las que imaginamos. Se esconde detrás del cansancio, la tensión muscular y la sensación de estar ‘desconectado’.
Si te has identificado con lo que has leído, te animo a probar estas estrategias y, si lo necesitas, a buscar apoyo profesional. La ansiedad no define quién eres, y gestionarla acompañado de profesionales puede cambiar completamente tu bienestar.