SEIS TIPS PARA “DISCUTIR BIEN”

Discutir Bien, ¿Te ha pasado que a veces durante una discusión sientes que estás viviendo un enorme DEJA VÚ? Esto ocurre porque solemos invertir mucho tiempo en repetir discusiones planteadas hace tiempo.

Discutir en pareja es normal e incluso es sano hacerlo. El problema aparece cuando discutimos muchas veces por la misma razón. Por ejemplo, imagina que no te gusta que tu pareja te despierte antes de tiempo, y eso está generando peleas cada mañana. Una vez hablado llegáis a la conclusión de qué, por su parte, debe cambiar la alarma, y, a cambio, tú debes intentar entender su situación y cuidar las formas de comunicárselo.

Al cabo de un tiempo, cambia la alarma pero sigue despertándote todas las mañanas con otros ruidos, por lo tanto, sigue habiendo discusiones. Aquí el problema es que, a pesar de encontrar una solución, esta solución no recoge todas las necesidades del problema, esto ocurre porque no se planteó el “tener cuidado con los diferentes ruidos”. No se trata de discutir menos, sino de discutir bien. Una discusión debe tener consecuencias que produzcan un cambio, es decir, debemos encontrar la solución sin dejarlo pasar y así esa discusión tendrá sentido. Sino, lo más probable, es que pronto vuelvas a vivir la misma
situación.

SEIS TIPS PARA “DISCUTIR BIEN”

Por otra parte, es importante que evitemos palabras como “siempre o “nunca”. Por ejemplo, “siempre dejas la ropa en el suelo” o “nunca recoges tu botella de agua”, y en su lugar intentemos referirnos a comportamientos en un tiempo específico, como “esta
mañana” o “ayer”. Además, si al referirnos a esos comportamientos tratamos de llevarlos al plano de las emociones será mucho más fácil que la discusión termine antes. Por ejemplo, suena diferente cuando decimos “Siempre dejas tu ropa tirada” a “Me siento muy agobiada cuando veo ropa por el suelo de casa”.

Otra cosa que suele ocurrir durante una discusión es que nos cuesta mucho atender a lo que nos dice el otro. Solemos estar más pendientes de lo que nos tocará decir a nosotros después y por eso nos perdemos muchos detalles de su discurso. Si intentamos atender de forma empática, esto es, atendiendo a los sentimientos del otro, nos ayudará a entender mejor su situación y a empatizar. Esto, también, nos dará pie a tener una actitud diferente hacia el problema.

Cuando entendemos que el problema es “el enemigo” y nosotros somos un equipo buscando una solución, ayudamos a rebajar la tensión. Por ejemplo “Yo tengo que madrugar para ir al trabajo pero tu trabajas de noche ¿Cómo podemos seguir durmiendo juntos?” . Aquí el enemigo no somos nosotros, sino nuestros horarios, ritmos de sueño, etc.

Desde este plano la discusión toma otro camino.

Por último, si no hemos conseguido gestionar la discusión de forma adecuada y vemos que la situación empeora por momentos es cuando debemos hacer uso de la técnica del semáforo.

Como conclusión, entendemos por “discutir bien”:

● No dejar pasar una discusión sin encontrar la solución.
● Evitar generalizar con expresiones como “nunca, ya estás otra vez, siempre etc”, mejor referirnos a comportamientos específicos.
● Cuando nos referimos a ese comportamiento es mejor hacerlo hablando de cómo te hace sentir a ti para ayudar a rebajar el nivel de tensión y favorecer la empatía.
● Escuchar de forma empática, es decir, atender a lo que dice y entender las emociones que conlleva.
● Tomar una actitud de unión frente al problema.
● Técnica del semáforo o tiempo fuera.

Si no tiene solución no es un problema

Las personas nos preocupamos mucho por las cosas, de hecho, es muy habitual estar buscando soluciones a problemas que no existen

Por ejemplo, aquel amigo con el que te peleaste, te traicionó y decidiste alejarte de él pero sigues intentando entenderlo y buscando una solución para lo que te hizo, pero es mucho más sencillo. Si tú crees que ese problema ya no tiene solución, automáticamente no es un problema, es simplemente una situación más o menos fácil de aceptar.

Y ahora el problema podría ser otro: el duelo que estás viviendo está siendo difícil de aceptar y necesitas ayuda para superarlo. Este problema sí que tiene solución, por lo tanto, debes pasar a la acción y buscar herramientas y el acompañamiento que necesites, pero entendiendo cuál es el verdadero problema.

Cuando entiendes que se trata de un proceso de aceptación buscas soluciones para llevar mejor este proceso y encuentras respuestas que, en este caso, seguramente, te harán sentir mejor que los pensamientos anclados en un problema que, al no tener solución, no existe. 

¿Cómo validar las emociones de alguien con el que no estoy de acuerdo?

Validar las emociones muchas veces lo confundimos con el hecho de estar de acuerdo con alguien. Por ejemplo, imagina que tu amigo/a está muy triste porque su relación de pareja no va bien, y decide, en un arranque de ira, pegar a su pareja y amenazar con llevarse a los hijos del hogar. Tú, como amigo/a, estás en desacuerdo con lo que está haciendo y así se lo puedes hacer saber, pero, incluso estando en desacuerdo puedes, incluso a mi parecer, debes, validar la emoción

Validar la emoción en este caso sería entender qué tu amiga sintió esa ira y ese malestar tan profundo como para llegar a cometer ese acto con el que no estás de acuerdo, pero entiendes el malestar que tenía antes de eso. El simple hecho de hacerle entender que entiendes lo mal que lo debió pasar como para llegar a hacer eso puede ayudar mucho más a tu amigo/a que el rechazo que le producirá que le digas algo tan superficial como “lo has hecho fatal y no estoy de acuerdo contigo”

El poder que tienen las palabras muchas veces son la clave para ayudar a mejorar las vidas de las personas y una gran herramienta es la habilidad de validar las emociones incluso estando en contra de los actos. 

Temor a las primeras citas

En mi trabajo me encuentro con muchas personas que tienen miedo en sus primeras citas, especialmente con personas que les atraen sexualmente. Pero tras esos miedos suele esconderse un enorme miedo al rechazo y es desde ese lugar donde tenemos que empezar a trabajar. 

Superar el miedo al rechazo conlleva adquirir mucha herramientas de autoconocimiento y de autoestima. Hoy te voy a explicar una pequeña técnica para empezar a trabajar en ello. 

Te va a parecer sorprendente y tal vez complicado pero es una tarea que conlleva mucho trabajo, empezando por aquí. Esta técnica la llamaremos “Suma de rechazos” y se trata de realizar peticiones o acciones en las que, conscientemente, serás rechazado en cualquier situación que se te pueda ocurrir (Por ejemplo, pedir por la calle 50eu o preguntar a un amigo si podría regalarte su coche). Irás acumulando rechazos. Cada uno de ellos sumarán una pequeña cantidad de dinero en una caja para, una vez logrado el objetivo de obtener varios rechazos, darte un premio. 

Bastará con 10-15 rechazos, depende de tu caso. Se trata de exponerte, por lo tanto debes buscar situaciones que te hagan sentir fuera de tu zona de confort.

Pero no acaba aquí. Cada vez que vayas a ser rechazado vas a anticipar y a imaginar cómo será el escenario y de qué forma puedes ser rechazado y, posteriormente, podrás valorar si sabes hacer predicciones realistas o si estás siendo muy negativo contigo mismo. Esto te permitirá conocerte mejor y así estarás más cerca de tu propósito.

Técnica para los problemas de comunicación en familia / pareja

Cuando convives en pareja o con tu familia, pueden aparecer muchos problemas de comunicación, y sentirte frustrado por cosas como “no me escucha, no me entiende” o incluso llegar a sentir que no hay posible comunicación sin acabar alzando la voz y diciendo cosas de las que, posiblemente, luego te acabas arrepintiendo. 

Entre muchas de las técnicas conocidas para este tipo de problemas te voy a contar en qué consiste la “Técnica del semáforo

Se trata de aprender a seleccionar el momento adecuado para comunicarse, haciendo referencia a que las personas somos como un semáforo. Cuando estamos en rojo la comunicación no es posible y tratar de hacerlo sería muy arriesgado, por lo tanto debe cortarse de inmediato la comunicación y esperar. Estar en naranja conlleva un menor riesgo pero sigue siendo recomendable esperar al momento óptimo, que, como ya supondrás, es el verde. 

Es sólo cuando ambos asumen estar “en verde” que podemos comunicarnos, siempre desde la empatía y desde el cariño que nos une.

Esta técnica no solo permite tranquilizarnos tras un momento tenso sinó que también aporta el tiempo que necesitamos las personas para reflexionar en lo que puedes aportar tú como individuo para evitar evitar enfrentamientos tan desagradables.

Aprender a comunicarnos con los otros conlleva un trabajo personal importante y adquirir herramientas esenciales para garantizar el entendimiento mutuo.