Es muy común aconsejar a las personas que no tomen decisiones de forma impulsiva y que en su lugar lo “consulten con la almohada”. Lo cierto es que tienen razón, hay decisiones que requieren un tiempo de valoración y es bueno hacerlo de forma no impulsiva. Pero el problema ocurre cuando se utiliza el tiempo de descanso para hacer esto.
Son muchas las personas que al meterse en la cama empiezan a pensar en todos los problemas que tienen, en todas las obligaciones que deben cumplir y en todo aquello que les preocupa, lo cual suele arrastrar un problema de sueño.
Creo que es importante que de forma voluntaria recordemos que debemos valorar los problemas que tenemos en otro momento del día, por ejemplo la ducha, o durante la merienda. Un buen ejercicio para esto es darnos un espacio cada día para decidir, planear o gestionar lo que nos preocupa y hacer un pacto personal con la almohada de que no vas a traerle problemas, solo vas a pensar en aquello que has conseguido, en lo bueno que has vivido ese día.
Otra parte importante es la forma en la que castigamos al cerebro con las pantallas por las noches. El cerebro es un ordenador que procesa a toda velocidad durante muchas horas, pero nosotros le exigimos que a la hora que queramos se apague de inmediato y, si no lo hace, a los 10 minutos le castigamos con una pantalla porque “no nos podemos dormir”. Respetar sus tiempos te va a permitir por una parte, más tiempo para enfocarte en lo positivo del día y por otra parte asegurar un mejor descanso.