Las personas nos preocupamos mucho por las cosas, de hecho, es muy habitual estar buscando soluciones a problemas que no existen.
Por ejemplo, aquel amigo con el que te peleaste, te traicionó y decidiste alejarte de él pero sigues intentando entenderlo y buscando una solución para lo que te hizo, pero es mucho más sencillo. Si tú crees que ese problema ya no tiene solución, automáticamente no es un problema, es simplemente una situación más o menos fácil de aceptar.
Y ahora el problema podría ser otro: el duelo que estás viviendo está siendo difícil de aceptar y necesitas ayuda para superarlo. Este problema sí que tiene solución, por lo tanto, debes pasar a la acción y buscar herramientas y el acompañamiento que necesites, pero entendiendo cuál es el verdadero problema.
Cuando entiendes que se trata de un proceso de aceptación buscas soluciones para llevar mejor este proceso y encuentras respuestas que, en este caso, seguramente, te harán sentir mejor que los pensamientos anclados en un problema que, al no tener solución, no existe.